Por alguna razón, empresarios, personalidades y líderes políticos de nivel mundial descreen – en los hechos – respecto de la verosimilitud del libre mercado.
Por: V. Vera
Joe Biden, presidente de Estados Unidos de América, capital mundial del libre mercado, declaró sin arrugarse que a partir del día 1 de agosto de este año aplicará un arancel (impuesto) del 100% a la importación de autos eléctricos chinos (en la actualidad dicho impuesto es del 25%).
En sencillo lo anterior significa que si un automóvil eléctrico chino, puesto en el mercado estadounidense hoy vale al comprador USD 40.000, a partir de agosto próximo ese mismo vehículo le costará al comprador la suma de USD 80.000.
¿Qué explica la decisión de Biden? además de ser época electoral.
Se trata de una medida proteccionista para la empresa automotriz americana de electromovilidad (Tesla, Ford, Chevrolet, entre las más notorias) la cual declara no poder competir con los autos eléctricos chinos, más baratos, por esto la empresa nacional americana está en riesgo. A través de ese simple «paso» Biden transformará el mercado eléctrico de automóviles norteamericano en una empresa rentable y competitiva.
No vaya a creer el lector, de buenas a primeras, que se hizo un concienzudo estudio para tomar la decisión arancelaria en contra de los autos eléctricos chinos (aunque puede haber razones vinculadas al coste chino de manofactura, piezas y tecnología o, modelo de producción, competencia desleal «dumping» como se denomina de modo genérico). Es una simple medida de proteccionismo económico local, del tipo (más florido, entonces) de los dos granos de uva de mesa chilena «envenenados» de los años ochenta, razón que explicó la interrupción de la importación de esa fruta chilena en Estados Unidos, en favor de los agricultores nativos americanos causando un estropicio en la empresa nacional del rubro en Chile. Literalmente la uva chilena estaba tirada en el suelo.
Con más o menos razones, se trató en uno y otro caso, las uvas chilenas y los autos eléctricos chinos, de: proteccionismo económico norteamericano.
Esto es decir con la acción: No creo en el libre comercio (al menos no, cuando no me conviene).
En la esfera local tenemos un ejemplo cercano: recientemente (con un tono más de elegancia que la brusca decisión de Biden) el gobierno del presidente Boric, a través de la Comisión Antidistorsiones – la cual observó mecanismos lesivos a la producción local de barras y bolas de acero en Huachipato, producto de la importación de esos medios desde China – alzó los aranceles al 24,9% (una décima de punto porcentual menos de la demanda de los controladores de la siderúrgica). Y «abracadabra», Huachipato se volvió rentable otra vez. Desde luego, la Comisión Antidistorsiones citada no había visto nada antes de la decisión de los empresarios de paralizar Huachipato, debido a la impotencia de los gestores locales de competir con los productos chinos.
No se trata de dejar en la indefensión a las industrias nacionales frente a las arremetidas de productores o exportadores extranjeros que cuentan con condiciones comparativamente ventajosas para vender o comprar (por lo demás, estas cosas suelen estar reguladas en acuerdos de comercio internacionales, denominados genéricamente como «acuerdos de libre comercio») sino, de ponderar con ecuanimidad las relaciones económicas normadas entre e inter países.
Está claro que las organizaciones geopolíticas se ponen de acuerdo en cómo vender y a quién (y a quién no). Hay muchos ejemplos de esto: la Comunidad Económica Europea, el bloqueo económico de E.E.U.U. a Cuba o al petróleo venezolano, la venta de crudos o refinados por la OPEP, Etc.
También hay muchos ejemplo locales. Incluso se ha debido legislar recientemente a propósito de las colusiones de empresarios para hacerse con cuotas de mercado en distintas áreas en Chile. Para qué más detalles.
A propósito de la eventual condonación del Crédito con Aval del Estado (CAE) por el gobierno del presidente Boric ya se alzan gritos haciendo ver lo irrazonable de la medida (gritos que no se oyeron con ocasión de la ley que posibilitó el salvataje provisional de las instituciones de salud previsional, Isapres) y un sinfín de ilustraciones, enojosas de relatar.
Pareciera ser que lo económico es bastante más emocional de lo que se está dispuesto a reconocer.
¿Existe el libre mercado?
Letra C permanecerá en alerta para dilucidar esta incógnita.